jueves, 25 de febrero de 2010

SEDUCIR A LAS SABANAS


Ebria de sueños castrados,
enmohecida,
de sensaciones dormidas.

En el magno desafío de la vida.
El sarcasmo y la ira,
ha tenido su revelación.

Más,
yo donde vivo,
en el pleamar de tus ojos de mar,
giro,
enamorada.

¡Despierta mujer, por Dios despierta!

Inefable,
mis palabras suenan,
de mis labios salvajes.

Le ruego amnistía,
a este infalible corazón.

Déjalo vivir amor,
dale una tregua siquiera.

Que es vil seguir así,
así,
sin compadecer mi cuerpo,
con tu piel.
Sin permitirle a mis oídos,
la música de tu jadeo.


Sé lo que soy.

Soy,
una pérfida,
una infiel,
que no ha sido amada,
¿O yo no supe amar?
no,
no lo sé.


Solo sé,
Que en este corrompido mundo,
entregarse solo por placer,
viciarse los labios,
con besos prohibidos,
es nocivo,
para la reputación
de una “encantadora señora”.

Inflijo toda ley machista,
que indique,
que no se puede,
“seducir a las sabanas”,
siendo casada.

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